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Carlos Ortega

Carlos Ortega es reportero gráfico, cubrió conflicto armado en diferentes zonas del país, entre ellas Cauca a inicios de la década del 2000. Actualmente trabaja en la casa editorial El Tiempo, cubriendo todo tipo de hechos. El 23 de octubre del 2015 ganó el premio, junto a tres compañeros, Propuesta Editorial Innovadora otorgado por el Grupo de Diarios de América, gracias a su trabajo “Tiempo de volar”.

 

La propuesta consiste en la captura de imágenes mediante el dron de El Tiempo, por algunas zonas de Bogotá, y a partir de estas realizar diferentes investigaciones periodísticas.

Conflicto, historias y verdad

 
Carlos es un hombre de piel morena y contextura delgada, su mirada es fuerte y seria. Aunque detrás de esta, cuando empieza a contar todas las historias que hay guardadas en la memoria de su cámara, su corazón y recuerdos permite la interpretación de múltiples hechos que vivenció desde todos los ángulos posibles, especialmente el que a la víctimas concierne.
 
El 11 de abril de 2002 en su natal Cali, el grupo armado ilegal FARC realizó un operativo en el que secuestró a 12 diputados de la Asamblea Departamental del Valle del Cauca y los trasladó a sus campamentos en las montañas. Este hecho, considerado por Carlos como uno de los que marcó más la historia de conflicto en el país por lo que trató de secuestros masivos, dejó una suma de 11 de los 12 diputados fallecidos, el único sobreviviente fue Sigifredo López, liberado por un acuerdo humanitario de cooperación.   
 
Como reportero gráfico, su experiencia en el cubrimiento de este hecho no solo fue profesional, también personal, pues forjó una relación amistosa con algunas de las familias de los diputados “Un día ya de tanto nosotros ir a cubrir eso como si fuera una fuente, a las familias de los diputados, ya nos empezamos fue a hacer amigos. Y de repente comenzamos a darnos cuenta que nosotros, que éramos unas personas ajenas a esas familias, empezamos a ver crecer a los hijos de otros, a que nos empezaran a saludar, que fuéramos ya como amigos de la casa, que cuando había una noticia referente a esto, ellos nos invitaban a su casa, nos hacían entrar, un día nos invitaban a tomar algo porque ya éramos muy allegados. Entonces ya en ese momento hay una relación muy estrecha y empieza uno a darse cuenta que no es justo para nadie vivir un tipo de conflicto como este”. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Y entre su larga experiencia relata, con toda el respeto y responsabilidad que el tema requiere, cómo fue cubrir eventos que tenían altas cargas de violencia, y que momentos posteriores personas con altos cargos políticos o militares, afirmaran que ese lugar estaba controlado. “La realidad es otra” dice Carlos, mientras explica la verdad de lo que se vive en las regiones más afectadas por el conflicto y por lo que deben pasar las víctimas del mismo “en esos sitios como el Cauca muchas veces la gente tiende a generalizar, no solo allá sino también en otras partes del país hay gente mala, dicen que allá solo hay guerrilla y eso no es así. Porque mucha de la gente que vive en esos sectores, es gente que tiene que amoldarse a las circunstancias, que si llega el ejército a tu finca tú los tienes que atender, si llega la guerrilla a tu finca tú los tienes que atender, si llegan los paramilitares tú los tienes que atender, y terminan los demás, los que vivimos en Bogotá o en otras partes del país, señalando desde acá diciendo: ¡Claro! Es que allá todos son malos. Y eso no es así”.
 
Desde su larga experiencia profesional, Carlos cuenta que en el momento de cubrir un hecho se llena de adrenalina, se convierte en un momento de expectativas por algo emocionante que podría llegar a suceder, sin embargo, afirma que no debería ser así pues no está bien acostumbrarse a sentir esto en momentos de tensión y riesgo. Y para probar a detalle su fundamento, como buen fotógrafo, trae a colación un artículo publicado recientemente en el que se afirma que hay dos tipos de reporteros que fallecen con mayor frecuencia en el cubrimiento de conflicto: los novatos y los experimentados. Los primeros porque no saben qué hacer y los segundos por costumbre, pues creen que nada les pasará.
 
Con todo y el amor que tiene por su labor, Carlos desea que termine el conflicto, como muchos colombianos, sueña con un país que no se levante con noticias de violencia y se acueste con peores, desea la paz, y no tanto por él, sino por las miles de personas que han pasado por su lente.
 
Define la palabra “guerra” con tristeza y la paz con alegría; y se le forma una sonrisa amplia cuando habla de sus nuevos proyectos, y aunque afirma que no puede decir mucho, sí es algo que aporta un granito de arena para construir la paz “Se trata de una cantidad de territorios que antes vivían bajo este tipo de llamada “zona roja” y que son preciosos, y que la gente no conoce, que son muy lindos, son una cantidad de partes de Colombia que están por descubrir”. 
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